domingo, 1 de noviembre de 2015

COMENTARIO DE UN TEXTO DE HOMERO

Comentario sobre un fragmento del Canto IX  de La Odisea de Homero
(…)
        Entonces metí la estaca debajo del abundante rescoldo para calentarla y animé con mis palabras a todos los compañeros, no fuera que alguno, poseído de miedo, se retirase. Mas cuando la estaca de olivo, con ser verde, estaba a punto de arder y resplandecía terriblemente, fui y la saqué del fuego, y me rodearon mis compañeros, pues sin duda una deidad nos infundió gran valor. Ellos, tomando la estaca de olivo, la clavaron por la aguzada punta en el ojo del Cíclope, y yo, alzándome y haciendo fuerza desde arriba, la hacía girar.
        Como cuando un hombre taladra con el barreno el mástil de un navío, otros lo mueven por debajo con una correa, que asen por ambas extremidades, y aquél da vueltas continuamente: así nosotros, asiendo la estaca de ígnea punta, la hacíamos girar en el ojo del Cíclope y la sangre brotaba alrededor del ardiente palo. Al arder la pupila, el ardoroso vapor le quemó párpados y cejas, y las raíces crepitaban por la acción del fuego. Así como el broncista, para dar el temple que es la fuerza del hierro, sumerge en agua fría una gran hacha o la garlopa que rechina grandemente, de igual manera rechinaba el ojo del Cíclope en torno de la estaca de olivo. Dio el Cíclope un fuerte y horrendo gemido, retumbó la roca, y nosotros, amedrentados, huimos prestamente.
        Entonces él se arrancó la estaca, toda manchada de sangre, la arrojó furioso lejos de sí y se puso a llamar con altos gritos a los Cíclopes que habitaban a su alrededor, dentro de cuevas, en los ventosos promontorios. En oyendo sus voces, acudieron muchos, quién por un lado y quién por otro, y parándose junto a la cueva, le preguntaron qué le angustiaba:
        ¿Por qué tan enojado, oh Polifemo, gritas de semejante modo en la divina noche, despertándonos a todos? ¿Acaso algún mortal se lleva tus ovejas mal de tu grado o, por ventura, alguien te está matando con engaño o con fuerza?
Y les respondió desde la cueva el robusto Polifemo: —¡Oh, amigos! «Nadie» me mata con engaño, no con fuerza. Y ellos le contestaron con estas aladas palabras: —Pues si nadie te hace fuerza, ya que estás solo, no es posible evitar la enfermedad que envía el gran Zeus, pero al menos ruega a tu padre, el soberano Poseidón.
Apenas acabaron de hablar se fueron todos, y yo me reí en mi corazón de cómo mi nombre y mi excelente artificio les había engañado. El Cíclope, gimiendo por los grandes dolores que padecía, anduvo a tientas, quitó el peñasco de la puerta y se sentó a la entrada, tendiendo los brazos por si lograba echar mano a alguien que saliera con las ovejas. ¡Tan estúpido esperaba que yo fuese!


Este fragmento pertenece a la Literatura Antigua, concretamente griega y de la época arcaica cuya cronología abarca desde los orígenes (siglos IX – VIII a.C.) hasta las guerras Médicas (inicios del siglo V a.C.) y forma parte de La Odisea, epopeya compuesta por 24 rapsodias en versos, generalmente en tercera persona excepto en el canto 9 y en el 12.
La epopeya es un subgénero épico, escrito casi siempre en verso largo (hexámetro), o prosa y que consiste en la narración extensa de acciones trascendentales o dignas de memoria para un pueblo en torno a la figura de un héroe que representa las virtudes de más estima; en ella intervienen muchas veces los dioses y existen elementos fantásticos. Casi siempre estas extensas acciones suelen tratar sobre guerras o viajes, elementos cada vez más escasos en los cantares de gesta o epopeyas medievales y, ya en el siglo XIX, absolutamente eliminados en la novela realista o epopeya del héroe vulgar o de la clase media que por entonces conquistó el poder político y el prestigio social y reveló en ella los valores de la burguesía: el individualismo y el materialismo.
Como antecedentes cercanos de esta obra nos encontramos otros poemas narrativos anteriores de tema heroico o mítico que recitaban los rapsodas –poetas que se creían directamente inspirados por las Musas, hijas de Zeus y Mnemosine (símbolo y personificación de la memoria)- en las casas públicas en el periodo prehomérico, himnos religiosos y poemas épicos cuya temática provenía de leyendas y tradiciones mitológicas desde tiempos inmemoriales, vinculadas a creencias o símbolos religiosos y ambientadas en una época y en un mundo ideales en el que los dioses y los héroes poblaban la tierra y sentían y sufrían como mortales; y si nos remontamos a épocas anteriores llegamos hasta los arquetipos de sustrato primitivo de la cueva y las prácticas de canibalismos propios de nuestra especie.
A Homero, cuya biografía es muy poco conocida, se le debe la creación de la epopeya griega representadas por la Iliada y la Odisea escritas hacia el siglo VIII a.C. un género
La Odisea es una obra de 12.110 hexámetros inspirados en la leyenda de la guerra de Troya donde se narran las peripecias y aventuras del griego Odiseo (o Ulises) en su viaje de regreso a Ítaca, su reino, una vez concluida la guerra de Troya, donde le espera Penélope, su fiel esposa, quien acosada por múltiples pretendientes logra darles largas con astucia al prometerles que elegirá marido cuando acabe de tejer una gran tela que deshace cada la noche.
Su hijo Telémaco se marcha a buscar a su padre enfrentándose a grandes peligros mientras Ulises regresa, hecho que rompe la linealidad temporal al narrar secuencias de acción de forma simultánea.
Esta epopeya fue creada para ser recitada en público y sirvió para rehacer los valores perdidos de una polis tras la derrota sufrida en la guerra de Troya mediante la exaltación de las hazañas de un gran héroe que, en este fragmento, muestra el valor de la astucia frente a la fuerza, y cuyas aventuras descritas con cierta objetividad y realismo se entretejen con intervenciones fantásticas de distintos dioses a quienes se presenta como simples mortales sometidos a las mismas pasiones y defectos que los hombres, lo que a veces ayuda o perjudica a los protagonistas.
El hecho de que se presente como una novela de aventuras, hace de la Odisea se acerque al lector actual y continúe su vigencia. Incluso cabe resaltar el mayor papel que se concede a las mujeres y que no se centra solo en Penélope sino también en otras como su madre, Circe o Calipso.
Respecto al contenido,  La Odisea se divide en XXIV cantos: del canto 1 al 4 la historia se inicia in media res rompiendo la tradicional linealidad temporal ya que narra la salida de Telémaco en busca de su padre mientras Penélope se queda en Ítaca junto con los pretendientes; en los cantos 5 al 8 se relata el viaje de Ulises al país de los feacios donde el rey se da cuenta de que Odiseo es un gran héroe y le pide que cuente su vida públicamente; de los cantos 9 al 12 Odiseo describe sus aventuras desde que salió de Troya; y, por último, de los cantos 13 al 24 se detalla el reencuentro de Ulises con su esposa en Ítaca, como mata a los pretendientes, sofoca la sublevación de la familia de las víctimas y logra finalmente la paz.
    Dentro de la obra, el Canto IX al que pertenece este fragmento, constituye una de las más sugestivas aventuras del viaje mítico del héroe Odiseo. Narra el encuentro de Ulises con el Cíclope Polifemo, hijo de Poseidón, un ser salvaje, antropófago y gigantesco con un solo ojo en medio de la frente, que habitaba en una gruta de una isla lejana  con otros Cíclopes desconocedores de la civilización y dedicados al pastoreo.
    Este encuentro le sirve al autor para exaltar como Ulises consigue vencerlo con astucia, emborrachándolo primero, clavándole una vara ardiendo en el único ojo después, y ocultándose bajo los carneros del rebaño del Cíclope para huir de la cueva donde lo tenía encerrado junto con sus compañeros; y, al mismo tiempo,  este canto supone un gran giro ya que, vencer a Polifemo supuso para Ulises y su tripulación un gran sufrimiento, pues el Cíclope, ultrajado, invocó a su padre Poseidón para que les envíe toda clase de calamidades; y así, en adelante, el héroe y sus hombres quedarán a merced de un dios que va a ser su más implacable enemigo.

En concreto, el fragmento corresponde al clímax del canto IX ya que se centra en el momento preciso en el que el héroe despliega todas las cualidades que le son propias: astucia, talento, valor, liderazgo… y exalta la astucia del héroe frente a la fuerza bruta, animalidad y violencia del monstruo desde que Ulises clava la estaca en el ojo de Polifemo hasta que huye.
Pero veámoslo más detenidamente:
Es el propio Ulises quien comienza en primera persona diciendo: “Entonces metí la estaca (…) la saqué del fuego…” y presenta una de sus cualidades como héroe “animé (…) a mis compañeros” lo que demuestra algunas de las características más valoradas por la sociedad griega de la época: la capacidad de liderazgo del héroe y la de cooperación y fidelidad que logra por parte de sus  seguidores ante la confianza que despierta en ellos por la seguridad que les transmite.
Seguidamente, el texto va subiendo en intensidad: comienza por utilizar la personificación hiperbólica y premonitoria de la estaca que “resplandecía terriblemente” que une a las creencias de una época en la que los dioses estaban presentes en la vida de los hombres “una deidad nos infundio gran valor”, en este caso, para apoyarlos.
A continuación, prosigue ampliando esta imagen mediante el uso de gran cantidad de epítetos que resaltan las características de la estaca: la punta como instrumento de muerte -“aguzada punta (…)- ; y las cualidades transformadoras del fuego como elemento peligroso -(…)” ígnea punta” (…) “ardiente palo”, etc.- lo que dota a la escena de una gran fuerza plástica que confirma el anterior adverbio “terriblemente” y que llega al clímax de la escena que el autor resuelve a través de una comparación de intención objetiva al emplear hechos de la realidad: “Como cuando un hombre taladra (…) continuamente” y cuya intención consiste en ampliar la  intensidad dramática de una escena que funciona como eje de un acto extraordinario.
Posteriormente, se detiene en darnos detalles realistas al relatar la acción de la vara dentro del ojo: “Rechinaba el ojo del cíclope”, acción que se entremezcla con lo fantástico ya que solo puede ser llevada a cabo por un verdadero héroe.
Ya en el segundo párrafo, nos encontramos otro de los rasgos de esta epopeya: la intervención dialógica entre el cíclope, Polifemo y otros, una característica muy importante en este tipo de texto y que se utiliza para amplificar el tema de la escena.
Este diálogo se presenta en estilo directo: “¿Por qué tan enojado, oh Polifemo gritas (…) a todos?” en el que se destaca la astucia del héroe frente al monstruo gigantesco “ (…) alguien te esta matando con engaño o con fuerza?” Esta última pregunta también le sirve al autor como reiteración de la cualidad del héroe -la astucia- “engaño” de Odiseo.
A ello responde concretando el Cíclope con “Nadie”, la palabra clave que recalca esa cualidad, a lo cual responden los otros cíclopes con palabras liberadoras “aladas” porque debe aceptar el destino que le marca “Zeus”, dios quien, finalmente, decide la suerte de los mortales.
Al terminar el diálogo, el héroe reflexiona sobre su cualidad “excelente artificio” acabando la escena con el monstruo vencido.
La escena del cíclope constituye, en definitiva, una secuencia casi de cine muy actual e hiperrealista, que se estructura mediante la fuerza plástica de las imágenes, la repetición de epítetos que constituyen un pleonasmo temático, y  las descripciones objetivas que nos muestran una parte de la vida del mundo clásico antiguo, en un ambiente característico del Mediterráneo en el que resaltan los olivos, el pastoreo del ganado… y en una época arcaica en la cual las explicaciones de la realidad se basaban en interconexión de vivencias entre hombres, héroes y dioses (Odiseo, Poseidón, Polifemo, Zeus, compañeros) al tiempo que encarna un hipotexto que representa la relación de continuidad de la temática arquetípica del héroe que se enfrenta a los peligros del sustrato primitivo de la cueva y las prácticas de canibalismo mítico religiosas o rituales propios de nuestra especie.
Respecto a su influencia posterior, en el Áyax de Sófocles, se narra cómo, a la muerte de Aquiles, Odiseo hereda sus armas. En la disputa por tan preciado trofeo prevalece por sobre Ayax Telamonio, principal guerrero de los griegos mientras Aquiles estuvo fuera de la batalla. Esto no sólo simboliza la importancia del personaje, sino el cambio del paradigma de héroe y, por lo tanto, de los valores. El héroe principal ya no es el guerrero más valiente y esforzado, quien más se destaca en la batalla, sino el más inteligente, quien es capaz de obtener mayores resultados con menores sacrificios.
La comedia de Pedro Calderón de la Barca El mayor encanto, amor (también aparece como El mayor hechizo, amor) se centra en las peripecias de Ulises y su tripulación en la isla de la maga Circe.
En La Divina Comedia Odiseo y Diomedes comparten un flamígero castigo en el octavo saco donde son castigados por haber profesado astutos y fraudulentos consejos sin reparar en equidad alguna. Y, sobre todo, porque no permaneció en Ítaca sino que se hizo de nuevo a la mar, franqueando incluso las columnas de Hércules, hasta que una inmensa ola los hunde. Es una prueba más del poco aprecio de la Edad Media por Ulises. Sólo en el Renacimiento se conocerá la Odisea en el texto original griego y comenzará un redescubrimiento de Ulises. Una muestra de ello se encuentra en el hecho de que en Os Lusíadas de Luís de Camões se atribuye a Ulises la fundación de Lisboa.
La novela de 1961 Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos retoma las peripecias de un Odiseo moderno contadas en un estilo narrativo muy inspirado en el Ulises de James Joyce.
James Joyce dio el nombre latino de Odiseo a su Ulises, donde retrata a lo largo de un día completo de veinticuatro horas la vida del Dublín de 1904, pero la conexión con la epopeya de Homero en esta difícil novela irlandesa es todavía hoy inextricable y sujeta sólo a conjeturas, puesto que aparentemente no hay ninguna conexión argumental o de planteamiento entre ambas obras, más allá de la coincidencia de nombres y del hecho de que ambas tienen como tema central los sucesos del protagonista. El italiano Giovanni Pascoli incluye en una de sus obras un largo poema titulado L'ultimo viaggio, en que se ve a Ulises volviendo a hacerse a la mar hasta morir. Por otro lado, el griego Constantino Cavafis escribe un importante poema, Ítaca, en que —dirigiéndose al lector— explica que no espere nada de Ítaca a su vuelta: el propio viaje será lo más interesante.
Su influencia también se ha dejado sentir en el cine: en 1905, Georges Méliès realizó la que probablemente es la primera de muchas películas de cine sobre Odiseo: L'Île de Calypso: Ulysse et le géant Polyphème; en 1954 se realiza Ulisse (The Loves and Adventures of Ulysses), una superproducción italoamericana dirigida por Mario Camerini, con la interpretación de Kirk Douglas como Ulises, Anthony Quinn y Silvana Magnano. Considerada una de las mejores adaptaciones de la obra y una de las primeras superproducciones del cine europeo; en 1981 se realizó la serie franco-japonesa de dibujos animados para televisión Ulises 31, que combinaba personajes y argumentos inspirados en la Odisea con elementos de viajes espaciales de ciencia ficción; y Brother, Where Art Thou? es una película de comedia-aventura realizada por los hermanos Coen. Lanzada en el año 2000, la acción se sitúa en Mississippi en 1937, durante la Gran Depresión. El filme es una adaptación libre de la Odisea de Homero, como se menciona en los créditos de inicio.
En el texto encontramos, además, valores como la amistad, el compañerismo y la cooperación del héroe con sus seguidores, la inteligencia; la astucia que se contrapone con la ira, la violencia, la crueldad, o la codicia que están representados respectivamente por el “humano” Odiseo frente al  “antihumano” Polifemo. Estos valores se repiten en la sociedad actual, donde hay una fuerte crisis que acentúa las diferencias sociales por lo que se hace necesarios publicitar valores heroicos para mantenerla cohesionada.
Formalmente, La Odisea ha dejado un legado importante a la narrativa posterior ya que es la primera obra que rompe la linealidad temporal y cuenta historias de forma simultánea, tal y como sucede, por ejemplo, con Ulises de James Joyce.
Y, por último, podemos considerarla como una obra atemporal porque sirve de modelo de conducta positiva que pone en tela de juicio la aplicación gratuita de la violencia en pos del uso de la inteligencia y la razón.

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