miércoles, 28 de octubre de 2020

FRAGMENTO DE TEXTO: Lucha entre Aquiles y Héctor


Muerte de Héctor

 Como el Véspero acude a la noche rodeado de estrellas, que es el astro más bello de todos los que hay en el cielo, tal brillaba la pica que Aquiles llevaba en la mano diestra, con la intención de hacer daño al divino Héctor, y buscaba en su piel el lugar de menor resistencia, la cual toda cubría la bella armadura de bronce que después de matarlo, a Patroclo quitó, menos donde la clavícula deja apartados los hombros del cuello, la garganta: en el sitio en que es fácil al alma perderse. Le clavó allí la lanza, atacándolo, Aquiles divino, y la punta pasó el fi no cuello y salió por la nuca, pero no llegó el fresno broncíneo a cortarle el garguero, para que algo dijera y pudiese también responderle, fue a caer en el polvo, y jactóse así Aquiles divino: «Héctor, cuando quitaste a Patroclo las armas creíste que te habías salvado, sin miedo de mí que no estuve. ¡Necio! Mucho más fuerte que él yo, el vengador, me encontraba en las cóncavas naves y ya te quebré las rodillas y te destrozarán perros y aves de forma afrentosa y a él harán los aqueos en tanto solemnes exequias.» Y el del casco brillante, Héctor, dijo lastimeramente: «Por tu vida, tus padres y por tus rodillas te ruego no destrocen los perros mi carne ante las naos aqueas. Toma el oro y el bronce que en gran abundancia han de darte por rescate mi padre y lo mismo mi madre augustísima y a los míos entrega mi cuerpo de modo que puedan entregarlo a las llamas honrosas de teucros y teucras.» Y con torvo mirar dijo Aquiles, el de pies ligeros: «¡Perro! No por mis padres ni por mis rodillas supliques. ¡Ojalá que la cólera y mi corazón me indujeran a cortar y comer cruda tu carne, tal daño hicísteme! No habrá quien tu cabeza la pueda librar de los perros, aunque diez, veinte veces, me den el debido rescate, ni aunque me prometieran muchísimo más, ni aunque en oro la balanza cubriera tu peso por orden de Príamo el Dardánida, no lograría la madre augustísima que a la vida te dio colocarte en un lecho y llorarte, que han de hacerte pedazos las aves de presa y los perros.»

                                                                                                      Homero, Ilíada, XXII, 317-354 

1. Señala el tema del fragmento y explica cuál es su relación con la obra a la que pertenece. 

2. Analiza brevemente los aspectos formales del texto teniendo en cuenta el género en el que se encuadra. 

3. Compara el fragmento con otros textos épicos que conozcas, comentando brevemente la caracterización y evolución del héroe protagonista. 

4. ¿Conoces alguna obra cinematográfica inspirada en el enfrentamiento entre Héctor y Aquiles? ¿Cómo se trata allí el tema del fragmento?


Comentario de texto:

 1. El tema del fragmento es la cólera de Aquiles. El héroe, ofendido porque el jefe de los griegos Agamenón le ha arrebatado una esclava, decide abandonar la lucha que se libra por conquistar la ciudad de Troya. Aprovechando esta circunstancia, los troyanos atacan el campamento griego y Héctor, hijo del rey Príamo, mata a Patroclo, que les había hecho frente con las armas de Aquiles. Al conocer la espantosa noticia, Aquiles vuelve al combate y toma venganza matando a Héctor.

 2. Con carácter general, la épica homérica se caracteriza por el empleo de versos hexámetros (versos de seis pies métricos, un verso largo, solemne, que se adapta perfectamente al tema heroico del relato); la repetición de fórmulas («Aquiles, el de los pies ligeros», «Príamo, el Dardánida», «las cóncavas naves», «fresno broncíneo», «el del casco brillante») y adjetivo (se califica de «divino» tanto a Héctor como a Aquiles) que ensalzan las virtudes o la dignidad del héroe; la abundancia de comparaciones («como el Véspero acude a la noche rodeado de estrellas, / que es el astro más bello de todos los que hay en el cielo, / tal brillaba la pica que Aquiles llevaba en la mano»); las descripciones minuciosas («cubría la bella armadura de bronce / que después de matarlo, a Patroclo quitó, menos donde / la clavícula deja apartados los hombros del cuello, / la garganta: en el sitio en que es fácil al alma perderse. / Le clavó allí la lanza, atacándolo, Aquiles divino,/ y la punta pasó el fi no cuello y salió por la nuca, / pero no llegó el fresno broncíneo a cortarle el garguero»); la inclusión de largas enumeraciones («aunque diez, veinte veces, me den el debido rescate, / ni aunque me prometieran muchísimo más, ni aunque en oro / la balanza cubriera tu peso por orden de Príamo»); la presencia destacada de discursos largos y formales («Héctor, cuando quitaste a Patroclo las armas…»); la reiteración de imágenes crudas y violentas («te destrozarán perros y aves de forma afrentosa», «¡Ojalá que la cólera y mi corazón me indujeran a cortar y comer cruda tu carne, tal daño hicísteme!»); la presencia de estructuras bimembres («perros y aves», «mi padre y lo mismo mi augustísima madre», «te destrozarán… a él harán… exequias», «toma el oro… entrega mi cuerpo») que se refuerzan entre sí o, por el contrario, se oponen, subrayando la idea de enfrentamiento; las ponderaciones hiperbólicas y el simbolismo numérico («diez, veinte veces»).

3. Respuesta libre. Se debería poner de manifiesto la singularidad de Aquiles comparándolo con otros héroes como Ulises (reflexivo, prudente, el modelo del estratega, el héroe «de los muchos recursos», que refleja un universo más pacífico), Eneas (el piadoso padre del pueblo romano), Roldán (el derroche de valor, el modelo de orgullo que lleva al sacrificio y a la muerte) o el Cid (piadoso y leal). De todos ellos, Aquiles es el más monolítico y el que menos evoluciona: mantiene su carácter hasta el final, aunque es cierto que una vez saciada su sed de venganza, cederá y acabará entregando el cadáver de Héctor ante las súplicas de Príamo, en un encuentro cara a cara con el anciano en donde se muestra, tal vez por vez primera, si no la compasión, si la comprensión del sufrimiento propio de la condición humana.

4.-. Respuesta libre. La comparación se podría realizar sobre cualquiera de las siguientes cintas: Helena (EEUU, 1924). Dirección: Manfred Noa. La vida privada de Helena de Troya (EEUU, 1927). Dirección: Alexander Korda. Helena de Troya (EEUU, 1956). Dirección: Robert Wise. La Guerra de Troya (Italia, 1962). Dirección: Giorgio Ferroni. La ira de Aquiles (Italia, 1962). Dirección: Marino Girolami. Aquiles (Reino Unido, 1995). Para Channel Four Television. La Bella Helena (Francia, 1996). Helena de Troya (EEUU, 2003). Filme de TV. Dirección: John Kent Harrison. Troya (EEUU, 2004). Dirección: Wolfgang Peterse

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